Al otro lado de la mesa
Esta vez si que tengo una buena excusa para esta gran ausencia. ¡He sido mamá! A medida que han ido desarrollándose los acontecimientos me iba acordando del blog y pensaba, ¡tengo tanto que contar! pero si no lo sabeis os podéis imaginar lo absorbente que es un bebé, que literalmente no te deja ni ducharte, siempre pendiente.
Ahora que la baja se acabó (por cierto que eso si da para un post entero que subdesarrollados estamos en España con la conciliación laboral) y me estoy reincorporando a esta nueva y cansada rutina, me gustaría retomar la escritura ahora con una visión distinta, pero en el fondo no tanto.
Reconozco que ahora me considero mejor pediatra de Atención Primaria porque ahora se incorpora también la voz de la experiencia y no sólo lo estudiado, y aportas nuevos datos a tus consultas que antes no sabías, mas consejos que tu misma has aplicado. Pero admito que pensé que podría entender mejor a las madres primerizas y miedosas que acuden cada dos por tres a la consulta y no ha sido así.
No he cambiado en ese aspecto, de momento. Sigo pensando igual. Las consultas están sobresaturadas y sin motivo ni explicación. Mi vuelta al trabajo ha sido dura, y de echo hoy miércoles santo prefestivo, voy a trabajar "muerta de miedo" ya que es el día de vamos al médico que viene las fiestas.
Sigo indagando día a día en donde está el problema, poca o mucha información, generaciones mas exigentes, menos apoyo familiar, cambio de valores, la impresión de que los hijos deben de ser perfectos y vivir en una burbuja, demasiada medicina preventiva que hace a los padres mas dependientes de la sanidad... no lo sé. Lo que sé es que no me parece normal que la media de acudir al pediatra de un niño completamente sano de 2 años sea de 30 veces al año y la cantidad de jarabes en la despensa sea de 7 con mucolítico y vitaminas incluidas. ¿Qué estamos haciendo mal?
Ahora que la baja se acabó (por cierto que eso si da para un post entero que subdesarrollados estamos en España con la conciliación laboral) y me estoy reincorporando a esta nueva y cansada rutina, me gustaría retomar la escritura ahora con una visión distinta, pero en el fondo no tanto.
Reconozco que ahora me considero mejor pediatra de Atención Primaria porque ahora se incorpora también la voz de la experiencia y no sólo lo estudiado, y aportas nuevos datos a tus consultas que antes no sabías, mas consejos que tu misma has aplicado. Pero admito que pensé que podría entender mejor a las madres primerizas y miedosas que acuden cada dos por tres a la consulta y no ha sido así.
No he cambiado en ese aspecto, de momento. Sigo pensando igual. Las consultas están sobresaturadas y sin motivo ni explicación. Mi vuelta al trabajo ha sido dura, y de echo hoy miércoles santo prefestivo, voy a trabajar "muerta de miedo" ya que es el día de vamos al médico que viene las fiestas.
Sigo indagando día a día en donde está el problema, poca o mucha información, generaciones mas exigentes, menos apoyo familiar, cambio de valores, la impresión de que los hijos deben de ser perfectos y vivir en una burbuja, demasiada medicina preventiva que hace a los padres mas dependientes de la sanidad... no lo sé. Lo que sé es que no me parece normal que la media de acudir al pediatra de un niño completamente sano de 2 años sea de 30 veces al año y la cantidad de jarabes en la despensa sea de 7 con mucolítico y vitaminas incluidas. ¿Qué estamos haciendo mal?
Comentarios
La mayoría de las actividades preventivas no tienen un conocimiento firme que las apoye, pero muchas de ellas son muy populares, porque se han promovido entre la población. Y eso si va a ser difícil de deshacer. Pero si eres sincero en la consulta, y cuando alguien te pide una ATB sin indicación, o un mucolítico, y le explicas porqué el primero no está indicado y porqué el segundo no es mejor que el placebo, conseguiras que algunos cambien. Si consigues que se marchen de la consulta con menos recetas, pero tranquilos y con más conocimiento, rompes con la medicalización de la vida de la salud. Es un trabajo de hormigas, pero si no lo hacemos, ¿quien lo hará?